viernes, mayo 30, 2008

Cortometraje (corto) y un apunte de patriotismo



Esta bien eso de que los reyes tropiecen, aunque uno a veces quisiera que se cayesen del todo. No es ideología, ni tampoco sentimentalismo. Es morbo. El opio del pueblo, como dijera el cursi de Marx refiriéndose a otra cosa. Las sociedades monárquicas tienen que ver caerse a sus reyes de cuando en vez, porque si no los creen invencibles y se asustan, y acaban por cortarles la cabeza al modo de los nuevos tiempos: comprando revistas de cotilleo que hurguen en las heridas reales o enseñando el pito en las urnas. El pito de los pueblos suele ser inocuo, chiquitito e infantil, por lo que en principio ellos —los reyes— no deberían preocuparse. En otro nivel habría que situar las vísceras del papel y el corazón latino, que late más fuerte y con mayor sospecha que nunca: los corazones, ya se sabe, son unos engañabobos. No deberíamos desaprovechar estos tropiezos, insisto. Nos inflan la autoestima democrática y alegran el paisaje. Tenemos una corona menopáusica a la que le viene de perlas el electroshock de la calle, el ruido de las torpezas. Las meteduras de pata hacen tópicos de periódico y superponen títulos al monarca: campechano, natural, espontáneo y español. Español, español, español. ¿Hay algo más español que una siesta? Da lo mismo que ésta se la eche el monarca en medio de un acto público. Una siesta es una siesta, y tiene denominación de origen. Un tropiezo es un tropiezo. Etcétera. Para confiar en un futuro de princesas en minifalda debemos depositar toda nuestra confianza en los exabruptos institucionales del Estado, ya sea en forma de amonestación estertórea al gorila venezolano o como ridícula compasión del golpe, la leche, la hostia. Una hostia es una hostia. España es una nación. Y en Eurovisión hemos sido la vanguardia. ¿Qué más quieren los escépticos? Si, además, el monarca se incorporó con endiablada dignidad de su paso en falso. Por mis huevos, mis cojones, que más se perdió en Cuba.

Buen fin de semana.

lunes, mayo 19, 2008

Ay, chacho, ponme una equis...


Esto de los pederastas es un cachondeo. Uno no puede ni tomarse tranquilamente una caña sin que le asalte un concienzudo ciudadano de raza gitana —de esos que llaman irónicamente “integrados”— mendigando firmas a favor del endurecimiento de penas para los señores malos que abusan de los niños, espectáculo rayano en la más esperpéntica apología de la cadena perpetua que el ser humano, en sus más de dos mil años de leyes, códigos y democracias ha podido contemplar.

Dejando a parte lo sorprendente de este interés tan repentino del pueblo gitano por el asunto de los pederastas, consecuencia sin duda de una empatía gregaria y descomunal por el caso de Mari Luz y familia, lo que más llama la atención de este circo es lo obsceno de las formas. Si uno de repente ha tomado conciencia cívica sobre un asunto cualquiera y quiere mejorar el mundo en la medida que sea, lo suyo sería que montara un partido político, se afiliara a un sindicato o escribiera una colérica carta al director que nadie leería: eso de ir por plazas abduciendo al vulgo con demagogias y sentimentalismos peliculeros ofrece una imagen más bien patética, chusca, del civismo y la razón ética y política de la España más negra y sus muy dignas intenciones en relación al código penal y los enfermitos de los niños. Al final lo que se consigue es ser instrumentalizado por las anarrosas para arañar audiencia con al escaparate de miserias, y por los obispos y sus tentáculos mediáticos para erosionar la credibilidad gestora del gobierno en materia jurídica. O sea, vamos, ser el pinpampum de los medios y robar protagonismo al monstruo de Amstetten, una aberración muchísimo más interesante y morbosa, dónde va a parar. Ser entrevistado por Jordi González nunca, ¿me oyen?, nunca les reportará ningún tipo de credibilidad que vaya más allá del supermercado: los trámites han de ir por su cauce ordinario, y si lo que se pretende es presionar a los estamentos, nada peor que desmarcarse como yonkis televisivos en busca de un hombro multitudinario donde derramar sus reivindicativas lágrimas.

Poniéndonos serios, lo que les diría a estos señores es que vayan por otras vías para conseguir sus objetivos, más serias y menos publicitarias; de paso, intentaría convencerles de que los que cometen delitos sexuales graves, ya sean violadores o pederastas, son enfermos, no criminales comunes, y por ello merecerían, quizá, pasar el resto de sus vidas encerrados, sí, pero no en un centro penitenciario normal donde el objetivo sea, paradójicamente, reinsertar en la sociedad a sus convictos, sino en hospitales psiquiátricos especializados donde puedan ser tratados por expertos (aunque ése sería otro tema). Eso, ya digo, poniéndonos circunspectos. Poniéndonos demagógicos y populistas, como les gusta a ellos, les diría que se preocuparan más de sus problemas internos, los mismos de los que adolecen desde que el mundo es mundo y la chatarra una simpática tapadera fiscal, es decir: cuidar de controlar los machismos milenarios que dentro de la comunidad gitana son tan felizmente justificados, y de modernizar una sociedad a día de hoy incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos. Esto, también, me temo, es otra historia muy diferente, pero ya está escrito.

Adiós buenas noches.

martes, mayo 06, 2008

Rural y rosa


Se acerca el verano, estamos ya casi en verano, y al igual que en todos los veranos —los que llegan y los que están por llegar— empieza a hacer su calor: en consecuencia, y como es habitual en estas fechas, la piromancia nacional ha prendido ya sus fogatas en los montes y campos de España, porque el pueblo sabe que los árboles no son buenos y que el campo es una indecencia que sólo sirve para que los muchachos y las muchachas se revuelquen en la era, cuando está la luna en menguante y el amor en creciente, como dijo el poeta (ja) entre polvo y polvo.

Los periódicos siempre se quejan de los incendios forestales. Pero, ¿para qué sirve el campo, vamos a ver? Al que lo tiene le llaman latifundista y al que no lo tiene le llaman moderno, cabrón, marxista o delincuente: lo mejor es que no haya campo. Las inmobiliarias reparten muchos más dividendos cuando les dejan quitar el campo de su sitio. Hasta el campo de alrededor de los museos de la gente rica quieren quitar ahora, y hacen bien (no digamos ya sus árboles). Ah, los árboles. ¿Para qué sirve esa cursilada? El árbol es una cosa camp y detrás de él siempre hay un poeta onanista, unos novios haciendo experiencias o un señor defecando. Hay que terminar con esa atrocidad del árbol. Los árboles sirven para hacer celulosa, o sea papel, o sea periódicos, o sea crítica destructiva. Si ahora incendiamos el árbol no tendremos luego que dinamitar el periódico. Los males, de raíz.

Se pregunta España si los incendios forestales son intencionados o no. Freud diría que son descuidos voluntarios (Freud tenía respuesta para todo). O sea, que la gente quema el campo, queriendo o sin querer, porque la gente sabe que el campo suele ser de algún marqués, y entre quemar al marqués o quemar el latifundio siempre queda más espectacular lo del latifundio. De paso, además, nos cargamos la repoblación forestal, que es un invento imperialista de los felices años cuarenta. El hombre, definitivamente, no está hecho para las superficies naturales, que son demasiado naturales para el hombre: lo que necesita, en cambio, es ruido, mierda y contaminación, vamos, lo que sea que cuartee y destruya su rosada piel de animal perfecto de la creación. El rosa tiene que liquidarse con artificios, no con sol, verdeprado y agua.

El caso es hacer daño, claro. Como nuestro pueblo ha estado secularmente unido al campo, sabe que quitando el campo se quita los grilletes a sí mismo. Y luego, como no hay campo que sudar, o una de dos: o se pone adese-ele en casa y abre un blog de cotidianeidades o emigra a Alemania, como sus abuelos, cuando el campo no se quemaba, se secaba, y en Alemania los únicos campos que había eran los de exterminio, cerrados ya por fin de temporada.

Puto campo. Beh! (Voy terminando.) A mí me da como asco: está siempre muy sucio.

free web stats
.