(H)editorial se escribe con hache
Estoy hablando de editoriales porque he pisado varias a lo largo de mi vida, para comer y para dar(¿me? ¿-les? ¡¿-NOS?!) de comer. Aunque eso fue hace mucho tiempo y no tengo ganas de entrar en detalles. Pero sí quisiera, a ser posible (dejadme, por favor, que sea posible), dedicar un par de líneas -o de párrafos, o de páginas- al merecido homenaje que una vez me dijeron que debía a este submundo literario con más "sub" y más "mundo" que literatura:
Era otro de esos libritos detestables, faltos de estilo, atiborrados de una sabiduría tan íntegra como empalagosa, y, a la vez, sincera. Y es que lo que Merche tenía entre los callos era esencialmente eso: la obrita entrañable de un señor (mayor) lleno de verdad; una retahíla de configuraciones distorsionadas sobre memoria y ética para muchachos de esos que tienen a bien ensayar en sueños; o, visto de otro modo, un manuscrito descafeinado, impecablemente redactado, que dormía a las piedras y despertaba la mala conciencia de los hombres (lectores) buenos.Y así estamos. Sin poder fumar en las editoriales.
Llamaron al teléfono y contestó únicamente con monosílabos. Luego, se colocó las gafas a la altura justa de su nariz y retomó aquel manojo de hojas que tan distraída en inanes conjeturas la tenía.
Un día, ella, había dicho que Coños era un libro delicioso. Un día, Merche, dijiste eso. No lo niegues. No lo niegues porque yo estaba allí, tía. ¡¿Cómo pudiste hacerme eso!? Tía. Éramos amigos. Y no me digas que de eso nada porque éramos amigos además de compañeros y además de borrachos. Tía.
Dijiste que era un prosista puro, un vendaval de frescura purgativa. Dijiste muchas memeces, Merche. Hablaste del estilo. Hablaste del estilo y me dejaste quedar como el culo cuando... bueno, tú ya sabes cuándo... Estilo. ¿Qué es el estilo? ¿Eso es estilo? Seguramente. Y si digo que NO es porque es un estilo tan evidentemente estlizado que gravita sobre sí una imperante nausea. No me parece original. No me parece feminista. No me parece nada más que lo que se va a primera vista: opulencia con gafas. Vomitivo. Reirle las gracias a este gilipollas os va a salir caro. Insensatos, inconscientes. Mirad que artículos escribe. Mirad la columna que le han regalado. Mirad, joder. ¿De verdad no sentís (¡NO SIENTES!) remordimientos?
Coños... Hay que tenerlos cuadrados. Ojalá revises manuscritos de señores con un manual de word en vez de seso el resto de tu puta vida, soputa. Coños...
La opulencia gafaspasta alcanza una nueva victoria en un despacho X y las grietas de un labio Y se extinguen en la banalidad de la rutina de un ordenador, un ordenador cualquiera.
Editoriales. Editoriales, que no editores.
Yo, ahora, tengo un blog.
[No se lo merecen. Tú vales mucho más, 6D, amigo. Tú estás por encima. Porque tienes un blog (laughs) y algún día escribiste libros con prólogos interesantes de señores que algún día fueron interesantes y que le hicieron el favor a un amigo común de hablar de tu trabajo (el cual, faltaría más, no se habían leído, seguramente porque era químicamente interesante, y por lo tanto vulgar y una absoluta pérdida de tiempo).
Tú tranqui. Sigues ahí, vivo, al menos. Además trabajas, que no es poco. Y aun encima te pagan. Cabrón. Deja de quejarte, deja de quejarte ya, que tienes un blog y escribes cosas muy graciosas y nadie te puede mover una coma. Y molas. Que te lo digo yo, molas. 6dedos...]